domingo, 20 de mayo de 2018

Ornamentos papales (x): las mulas y pantuflas papales

Corresponde hoy referirse al calzado que históricamente ha utilizado el Papa. Además de las sandalias propias de las funciones litúrgicas, el Santo Padre usaba unas mulas y unas pantuflas o zapatillas papales como parte de su calzado cotidiano. 

Las mulas papales

Mulas papales es el nombre que reciben los zapatos usados por el Papa en exteriores. Ellas son uno de los pocos vestigios (junto con el camauro, el saturno, la muceta y el tabarro) del antiguo color característico de las vestimentas usadas por el Romano Pontífice como distintivo de su ministerio. El cambio se produjo en 1566 al asumir el solio pontificio Antonio Michele Ghislieri (1504-1572), quien adoptó el nombre de Pío V. El cardenal Ghislieri era dominico y, ya como Papa, fue quien impuso el blanco, propio del hábito de la Orden de Predicadores, como el color de la sotana que desde entonces ha llevado el Santo Padre. Las mulas permanecieron de colo rojo, que representa la sangre y es símbolo de la aceptación de todo sucesor de Pedro de seguir su ejemplo hasta el final, incluido el martirio si es el caso. 


San Pío X

Originalmente confeccionados en satén o terciopelo rojo, hacia finales del siglo XIX y principios del siglo XX las mulas comenzaron a ser fabricadas en tafilete de igual color.  Sobre el empeine tenían una gran cruz bordada en hilo de oro. Hasta el siglo XVIII, esa cruz cubría casi toda la parte frontal e incluso remataba en la suela. Con el tiempo fue reduciéndose de tamaño. En 1958, poco después del comienzo de su pontificado, San Juan XXIII reemplazó la cruz por una hebilla dorada, como ya existía en los zapatos de los cardenales. En 1969, el beato Pablo VI eliminó en general este adorno como ornamento del calzado prelaticio, aunque siguió vistiendo las mulas de tafilete rojo hasta su muerte. 


El beato Pablo VI durante su visita a Éfeso
(Foto: ABC)

Juan Pablo I continúo usando unas mulas de cuero rojo similares a las de su antecesor. Distinto fue el caso de San Juan Pablo II, que introdujo algunas modificaciones en el calzado habitual del Papa. Aunque en un comienzo usó igualmente las mulas rojas, poco a poco empezó a vestir unos mocasines con un color más semejante al marrón, los cuales eran mandados traer desde Polonia. Durante su funeral, el cuerpo del Santo Padre fue vestido con los ornamentos pontificales y mulas rojas. 


San Juan Pablo II
(Foto: Juan Pablo II)

Desde el comienzo de su pontificado, Benedicto XVI reintrodujo ciertas vestimentas papales en desuso de hace mucho tiempo, como ocurría con el saturno (visto por última vez cuando San Juan Pablo II lo uso durante su visita a México) o el camauro (que no se veía desde San Juan XXIII). Una de ellas fueron las mulas carmesí, que esta vez se encargaron al artesano Adriano Stefanelli de la ciudad de Novara.  Más tarde, el Papa mandó hacer un par al zapatero Antonio Arellano, cuyo taller se encuentra en la Vía de Falco, en pleno Borgo Pío. 


Mulas usadas por Benedicto XVI
(Foto: Ceremonia y rúbrica de la Iglesia española)

Por cierto, esto no significaba que en momento de mayor intimidad el Papa no usase unos zapatos más cómodos, como era especialmente necesario para las caminatas. 


San Juan Pablo II durante una excursión

Benedicto XVI dando de comer a los peces del estanque en los jardines de Castelgandolfo

El papa Francisco dejó de lado la costumbre de usar las mulas de cuero rojo y ha seguido empleado los zapatos negros que vestía en Argentina. Desde que era Rector del Colegio Máximo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio encargaba y reparaba sus zapatos con el artesano bonaerense Carlos Samaría. Por expreso pedido del cliente, se trata de unos zapatos de corte sencillo, hechos en piel de becerro negro, con capellada lisa y sin firuletes. Posteriormente, Francisco ha comprado también zapatos en una tienda ortopédica cercana al Vaticano. Ellos le ayudan a sobrellevar la neuralgia crónica al nervio ciático de la que padece hace años. Con todo, el uso de zapatos negros no era desconocido. Ya el periódico La Vanguardia Española reportaba en 1959 que San Juan XXIII había sido visto vistiendo un calzado de esa clase durante sus paseos por los Jardines Vaticanos. 


Francisco

Las pantuflas o zapatillas papales

Las pantuflas o zapatillas papales son el calzado litúrgico cotidiano del Papa al interior de sus aposentos. Ellas tienen la apariencia de una chinela o zapato ligero sin orejas ni talón, de estructura flexible para brindar comodidad, y confeccionada en seda o satén de color rojo o blanco, con una cruz dorada bordada y decorada con piedras preciosas sobre el empeine. En un principio, estas zapatillas eran fabricadas con una suela muy delgada, de donde proviene el nombre de pantofola levis, aunque había también modelo de invierno con forro interior de lana de cordero. Como ocurría en general con los nobles, dentro de las residencias no se usaban zapatos sino este calzado más liviano y cómodo, a veces forrado para mantener el calor de los pies. De hecho, el uso profano se ha conservado hasta el día de hoy con aquellas pantuflas conocidas como slippers


 Pantufla papal de verano perteneciente al beato Pío IX

Pantuflas papales de invierno pertenecientes a San Pío X

Pío XI

San Juan XXIII

La  cruz  que decoraba las pantuflas papales estaba ahí para ser adorada por los fieles que, postrados ante el trono, besaban el pie del Papa en señal de respeto. Esta costumbre es muy antigua y data del siglo VIII. En 709 ocupaba el solio pontificio Constantino (708-715), quien era de origen sirio. Ese año tuvo lugar na disputa con el nuevo arzobispo de Rávena, Félix: éste rehusaba prestar el juramento de obediencia al Santo Padre, así como llevar a cabo otros actos de sumisión al primado de Pedro. Félix tampoco tuvo buenas relaciones con el emperador Justiniano II, quien no sólo lo había exiliado, sino que incluso ordenó que como castigo le fueran sacados los ojos. Félix se reconcilió con Gregorio II, sucesor de Constantino, en 723 y murió en plena comunión con Roma. De 710 a 711 Constantino realizó un viaje a Oriente, por invitación especial del emperador de Bizancio, ya que era necesario acordar los cánones disciplinares y rituales impuestos por el concilio Quinisexto (692). La visita que el Papa realizó, en lugar de ser el fracaso que muchos esperaban, tuvo un éxito insospechado, ya que fue objeto de una gran acogida por dondequiera que estuvo. Su diácono, Gregorio, logró llevar a cabo en Nicomedia diversos acuerdos. Fue Justiniano II quien decidió besar los pies al Papa, al recibir de parte del Vicario de Cristo la comunión y la absolución, a la vez que publicó un decreto que confirmaba algunos privilegios a la Iglesia de Roma aun sobre Rávena. La costumbre se impuso, siendo desde entonces el besapiés un rito característico de los peregrinos que visitaban al Papa, como se lee, por ejemplo, en Historia de un alma de Santa Teresita de Lisieux. El beato Pablo VI eliminó esta práctica, que podía tener un sentido equívoco respecto del real significado del Papa en la Iglesia. La costumbre todavía permanece con la estatua de San Pedro que se encuentra en el costado derecho de la Basílica Vaticana. 


Besapiés a León XIII
(Foto: Ceremonia y rúbrica de la Iglesia española)

Las sandalias litúrgicas

Los dos tipos de calzado recién referidos no deben confundirse con las sandalias litúrgicas, que forman parte de las ornamentos pontificales de la Iglesia latina y de las que ya hemos tratado en una entrada anterior. Ellas forman parte de las insignias con que se reviste el Papa y el resto de los obispos cuando celebra Misa conforme al rito pontifical. En general son del mismo color que el resto de los ornamentos, salvo en el caso del negro en que ellas no se usan. La diferencia de las sandalias papales respecto a las episcopales es que las del Santo Padre llevaban una cruz de oro bordada en el empeine, como ocurre con las pantuflas papales. 

La desaparición de las sandalias litúrgicas se produjo con el Ceremonial de los obispos de 1984, donde ya no se las mencionan como parte de las insignias pontificales. Por el contrario, en la instrucción Pontificales ritus, de 21 de junio de 1968, y que estaba destinada a simplificar los ritos e insignias propias del obispo y otros prelados equiparados siguiendo las indicaciones de los padres conciliares, las sandalias todavía figuran en calidad de facultativas. En la forma extraordinaria, su uso se conserva. 

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